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El Luchador

El viernes en la noche fui con mis cuates a ver The Wrestler [1]. Se aplican las advertencias de spoilers de siempre.

The Wrestler [2]

The Wrestler

The Wrestler es una película muy simple. Es la historia del luchador de lucha libre Randy “The Ram” Robinson (Mickey Rourke) que veinte años atrás era la sensación del cuadrilátero, apareciendo en las portadas de revistas y llenando el Madison Square Garden. Ahora es un patético hombre en sus cincuentas, que sigue pintándose el pelo largo, inyectándose esteroides y bronceándose para poder seguir participando en luchas de tercera o cuarta categoría en escuelas y gimnasios pequeños. El tipo vive en una casa camper (rentada) y en la pobreza.

También es una película increíblemente predecible; nada más un doctor le dice, después de tener un ataque cardíaco, que ya no podrá volver a luchar, y uno sabe exactamente cómo va a terminar la película.

Pero eso no es lo importante de The Wrestler, me parece; lo importante es la impresionante y conmovedora actuación de Rourke como The Ram, que hace completamente verosímil a un patético hombre que en realidad nunca dejó de ser adolescente, que es incapaz de mantener una relación con su única familia (su hija, la bellísima Evan Rachel Wood), y que busca una relación con una desnudista (la todavía hermosísima Marisa Tomei). The Ram, con todos sus defectos, es un profesional de su deporte (que, obviamente, la lucha libre es un deporte; el hecho de que todas las peleas estén coreografiadas no tiene nada que ver en el asunto), respeta y adora a sus fans, que a su vez lo siguen idolatrizando (los que se acuerdan de él), sus compañeros luchadores (incluyendo los jóvenes) lo respetan y miran como una leyenda, y además es un tipo encantador. Y todo eso es posible creerlo gracias a la actuación de Rourke, posiblemente la mejor que haya dado en su vida.

Es una película triste, pero muy divertida en varias partes, y con altos grados de patetismo por parte de un pobre viejo cuyo cuerpo ya no le sirve para seguir haciendo lo que ha hecho toda la vida, y que probablemente es lo único para lo que es bueno.

A mí nunca me ha gustado la lucha libre; y no tiene que ver con que las peleas sean falsas: de cualquier forma las coreografías que realizan los luchadores es un espectáculo y un deporte (si no es que un arte) por sí mismo. Supongo que es la misma razón que no me gustan las telenovelas; reconozco su potencial atractivo, sólo no es de mi particular gusto. Pero esta película además muestra lo que no suele aparecer relacionado a las luchas; la camaradería de los luchadores, cómo se ponen de acuerdo en realizar el espectáculo, y cómo funciona el negocio del mismo.

La película vale la pena nada más por la actuación de Rourke; pero además es muy buena, y muy divertida si les gusta el humor negro y no se sienten incómodos con varias escenas sangrientas y violentas.

Así que váyanla a ver.