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Ana Laura

El 14 de febrero, tomé clases, comí pizza con otros estudiantes del IIMAS para celebrar el día del amor y la comercialidad, y fui a Centel a cambiar una memoria DDR2 por DDR (larga, aburrida y por mi parte tonta historia).

Y en la noche, Ana Laura y yo nos hicimos novios.

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Ana Laura y yo en la Latino

Y nos hicimos novios, en gran medida, porque ha pesar de que llevo dieciséis años haciéndolo, todavía no sé rasurarme.

La primera vez que vi a Ana fue en mi examen para entrar a la maestría. Ella tiene la beca de la UNAM que complementa la de CONACyT, y entre los requisitos que le piden está el hacer cosas tan aburridas como cuidar a los nuevos aspirantes a la maestría en Ciencias e Ingeniería en Computación. No hablé mucho con ella ese día; sólo le pregunté que dónde quedaba el baño (era en el Instituto de Ingeniería y no sabía dónde estaban).

Me llamó la atención, pero en esos días yo tenía muchas otras cosas en mente… para empezar el examen, que era medio idiota pero era examen al fin y al cabo. Además, pensé que sería una más de las muchas chavas guapas que me encuentro a lo largo de mi vida que no vería más de una vez.

Para mi sorpresa, Ana resultó ser estudiante de la maestría también (yo no sabía lo de su beca y las ridículas tareas que les ponen a hacer), de una generación arriba de la mía. Pero entonces estaba yo con la idea de que no quería novia (de hecho, en ese momento no quería novia), y además estaba tratando de acomodarme al IIMAS. No a las materias ni nada así; sino al hecho de tener que estar ahí.

Pero la veía casi diario, y me gustaba. Mucho. Así que pensé que no debía exagerar, que ya era hora de que volviera a salir con alguien, que la vida continuaba, etc… y estuve ponderando el asunto hasta que por fin me decidí a pedirle su teléfono para invitarla a salir.

El único problema era que siempre estaba rodeada de guardaespaldas amigos, y acercármele para pedirle su teléfono no quería que fuera una humillación pública. Estaba dispuesto a aceptar la humillación; el aspecto público era el que me incomodaba. Así que comencé a ver cómo acercármele.

Los jueves mis cuates y yo comemos (aunque vamos a pasarlo a los martes), y dos jueves seguidos me la encontré saliendo de Ciencias; la segunda le pregunté que qué hacía por esos rumbos y me dijo que tomaba una clase con Ana Luisa. En ese par de ocasiones iba solita… y decidí al siguiente jueves (eran inicios de octubre, creo) hacer mi movida.

Lo que ocurrió pasará a los anales de la historia como

EL JUEVES NEGRO DE LA IGNOMINIA

Pocas veces en mi vida me he sentido tan avergonzado. Creo que ni en secundaria me porté de forma tan mensa, y créanme que en secundaria alcancé niveles desconocidos para el ser humano normal. Tan vergonzoso fue que ni siquiera pensé en bloguear al respecto; lo hago ahora porque eventualmente salió bien, pero si no hubiera sido así lo hubiera bloqueado y jamás lo habría recordado sin una dosis bastante alta de tortura.

Ese jueves fui a Ciencias para encontrarme con mis cuates, y para abordar a Ana Laura. Llegué, y después de un rato llegó Enrique, y después Juan y Omar, y finalmente hasta Paola fue a parar por ahí. Y de Ana Laura ni sus luces; la reina no aparecía. Yo comencé a impacientarme, por no decir de mis cuates a los cuales estaba forzando a permanecer ahí con el estómago vacío, y todo para pedirle el teléfono a una reina a la cual básicamente nunca habían visto. Terminé recorriendo todo Ciencias a ver si la veía, pero no estaba por ahí, o si estaba no la encontré.

Me fui a comer con mis cuates muy contrariado. Por qué estaba tan contrariado, no tengo idea. Creo que de verdad me costó mucho el decidirme el volver a intentar salir con alguien, y además me había hecho toda una imagen en la cabeza de cómo sería, y el que no saliera así desde el principio era como que mala señal.

Cuando acabamos de comer arrastré a Omar y Juan al IIMAS, y yo busqué por todos lados a Ana Laura. Generalmente me la encontraba muy seguido; pero ese día nada, ni rastro de ella. Salí completamente desilusionado del IIMAS y fui a sentarme con Omar y Juan, que estaban en el pasto de en frente platicando con una amiga de ellos. Y mientras la amiga se despedía, que veo venir a Ana Laura con un amigo suyo. Ana Laura me sonrió y me saludó, y se metió al IIMAS, y Juan y Omar me echaron porras para que fuera tras de ella; entonces yo corrí para alcanzarla, y jadeando la alcancé a ella y a su cuate en las escaleras. Y a medio metro de pedirle que se detuviera para que hablara con ella, me di cuenta de un pequeño detalle.

No sabía su nombre.

Espérense, se pone peor.

El cuate notó mi prescencia y vio mi predicamento, y muy buena onda, me hizo saber que se llamaba Ana Laura, con lo cual yo ya pude decirle a ella que quería platicar. El cuate, de nuevo muy buena onda se despidió y subió (a hacer público mi escarnio, hoy me enteré) a la sala común del IIMAS.

Los que siguieron fueron los más patéticos minutos de mi vida, donde yo traté de explicarle a Ana que quería pedirle su teléfono para invitarla a salir. Sólo que no lo hice así; tartamudeé, me tropecé con las palabras (en el camino creo que inventé algunas), enredé temas de conversación y en general hice todo lo humanamente posible para quedar mal y en ridículo. Ana, sacadísima de onda como cualquier persona normal que antes de hablarle a otra tiene la sensatez de averiguar su nombre, me pidió el mío. Y me dijo que gracias, no gracias.

Creo que no he dicho que, con todo el drama por el que pasé para decidirme a invitar a alguien después de mi experiencia con Liliana, no pasó por mi cabeza el hecho de que podía decir que no.

Ahí comencé (tardíamente claro) a recuperar el control de mí mismo, en el momento en que me dijo que no. Había pasado por una humillación completamente autoinflingida, y el obvio bateo que recibí a cambio me hizo como que despertar. Notando plenamente el ridículo que había hecho, le di las gracias y me disculpé por mi torpe comportamiento, y me fui. No llevaba ni diez metros cuando ella me llamó, y me preguntó si no iba a quedarme al cineclub (había entonces un cineclub en el IIMAS). Le dije que ya había visto la película y que gracias, no gracias, y me fui meditando profundamente acerca de lo acontecido.

Ese día fuimos al cine Omar, Juan y yo, nos salimos por la mala calidad de la película, y fuimos al departamento de Juan a ver animé. Pero todo el tiempo yo pensaba en lo sucedido, y además de reconocer lo bajo que había caído, tomé una serie de decisiones muy importantes en mi vida.

En primer lugar, decidí que era una especie de señal de que aún no estaba listo para salir con nadie durante mucho tiempo, y que debía dejar de intentarlo. En segundo lugar, decidí nunca más hacer tanto drama para algo que debería ser relativamente sencillo: pedirle el teléfono a una chava. Y en tercer lugar, decidí averiguar el nombre de una chava antes de intentar cualquier otra cosa por lo que me queda de vida.

Y decidí seguir con mi vida. Me encontré con Ana un par de veces al día siguiente, y fui capaz de comportarme como un ser humano normal en esas ocasiones, saludándola y no haciendo ninguna estupidez.

En ese momento, yo estaba usando una barba de candado. El domingo se me hizo buena idea el intentar recortármela, y no tardé ni diez minutos en darle en la madre, así que tuve que rasurarme completamente. Al otro día estaba en la sala común del IIMAS con mis cuates, cuando llegó Ana y nos preguntó (pero dirigiéndose a mí) si estábamos usando una silla. Le dije que no, que la tomara, e incluso le quité una que le estorbaba en el camino. Ana se iba cargando su silla, cuando de repente me mira, y me dice: “te ves muy bien así”, refiriéndose a que me había rasurado.

Por supuesto, yo me las ingenié para contestar algo medio incoherente que tenía que ver con sopa y mi barba. Pero es que ese comentario me sacó muchísimo de onda. Lo estuve meditando ese día, y decidí que si no era un darme entrada, al menos lo parecía lo suficiente; así que me esperé en el IIMAS ese día a ver si podía darle un raid a su casa a Ana Laura.

Sorprendentemente (o tal vez no tanto) dijo que sí y la llevé a su casa, platicando muy padre en el camino. Cuando estaba a punto de bajarse del carro, le dije que tal vez cualquier persona sensata no le preguntaría eso después del desastre de la primera vez, pero que si estaría interesada en salir alguna vez conmigo. Al ver que dudaba, rápidamente añadí que si no quería yo entendería la directa, que quedábamos como cuates y que no volvería a molestarla al respecto never again. And I mean it. Y entonces me dijo las palabras que dominaron mi vida sentimental en los siguientes cinco meses:

“No sé”.

Pero como Omar lo puso; de “no” a “no sé” es avance. Lo que siguió en los siguientes meses fue un lento, muy lento proceso de conquista que jamás había usado. En parte porque no lo había necesitado, pero también porque me tomé muy zen todo el asunto; habiendo hecho el completo ridículo al mero inicio de una relación ayuda a mantener la perspectiva después.

Y Ana Laura no se hizo para nada la fácil. Fue un cuento hacer que saliera conmigo, y ya que comenzamos a salir fue todavía más cuento el “oficializar” el asunto haciéndonos novios.

Pero mi decisión de no hacer dramas me ayudó mucho; no sólo Ana me fue gustando más y más cada vez que salíamos: además yo me gustaba más y más cada vez que salíamos. Sí hubo algunas ocasiones en que no sabía si ella sólo estaba jugando conmigo (de repente todavía me lo pregunto), pero en general me lo tomé con muy buen humor. Me he divertido con esta niña como no tienen una idea.

Y por fin el 14 de febrero se oficializó la cosa, aunque ya se veía venir desde hacía unas cuantas semanas.

Y a mí me encanta. Ana es inteligente, tiene sentido del humor, se ríe constantemente y es muy cariñosa. Y es guapísima. Para mí al menos, que es lo que importa. Pero tanta belleza por supuesto tenía que tener un bemol: Ana es panista.

Pero nadie es perfecto.

Estoy muy contento, y además siento que los dos (Ana y yo) estamos siendo muy maduros al respecto de nuestra naciente relación. A lo mejor es lo normal con ella; en mi caso es nuevo. Y me estoy diviertiendo como enano.

2 Comments (Open | Close)

2 Comments To "Ana Laura"

#1 Comment By diego On febrero 18, 2006 @ 11:53 AM

Y yo pense que fui el único que poste algo así relativo al día 14; casí todos los blogs que he leído coinciden en que el 14a apesta. Saludos.
PD: Puede que nos veamos pronto, este año quiero entrar a estudíar maestría allí mismo.

#2 Comment By veronika On septiembre 9, 2006 @ 2:18 PM

hola, me encanta su historia, esta muy chida y ojala que sigan asi por mucho tiempo.

me gustaria contar la mia pero no se como hacerlo si me pueden decir como se los agradecere.

p.d. la pagina esta super chida y muy divertida